Alimentación infantil
El proceso de aprendizaje de hábitos alimentarios es especialmente importante durante los primeros años de vida ya que, además de facilitar un buen estado nutricional y un crecimiento óptimo, puede ayudar a consolidar la adquisición de hábitos saludables para la edad adulta.
Cada etapa de la vida tiene sus peculiaridades y necesidades a las que hay que ir adaptando la alimentación. La infancia se caracteriza por ser la etapa donde se produce un mayor crecimiento físico y desarrollo psicomotor. Eso significa que la alimentación no sólo tiene que proporcionar energía para mantener las funciones vitales, sino que además debe cubrir unas necesidades mayores relacionadas con el crecimiento y la maduración.
En este periodo es importante favorecer las condiciones que permitan la adquisición progresiva de unos hábitos alimentarios saludables y una buena relación con la comida.
Sobrepeso, Obesidad infantil. Déficit de peso y Dietoterapia
Una buena alimentación es el mejor plan de pensiones para cualquier persona, y sobre todo para niños y adolescentes.
Hay muchas maneras de alimentarse, pero sólo una de nutrirse. El organismo necesita diariamente una serie de nutrientes que le proporcionamos mediante la alimentación. La alimentación es voluntaria, elegimos alimentos que necesitamos. Pero nuestro cuerpo tiene determinados requerimientos nutricionales para satisfacer las funciones vitales y conservar un buen estado de salud. Por lo tanto la nutrición es involuntaria, y debemos conocer esos requerimientos.
El conocimiento y el aprendizaje son las únicas vías para saber en qué alimentos encontramos los nutrientes necesarios.
Como ningún alimentos aporta por si solo los nutrientes necesarios, es importante seguir una dieta equilibrada y saludable.
La conducta y los hábitos alimentarios del niño se adquieren de forma gradual desde la primera etapa de la infancia, en un proceso en el que el chico/a aumenta el control e independencia frente a sus padres hasta llegar a la adolescencia.
Los niños y adolescentes tienen un máximo protagonismo, ya que un niño sano será un adulto sano y viceversa.